No hallar sentido.
Cuando sentimos una gran apatía que nos lleva a no tener ilusión y a no encontrar sentido a la vida.
Pensamientos negativos.
Cuando somos incapaces de hallar nada positivo en el día a día y nuestros pensamientos únicamente giran en torno al negativismo.
Aislamiento.
Cuando nos encerramos en nosotros o nosotras mismas porque percibimos el exterior como una constante amenaza.
Desaliento.
Cuando creemos que todo nos sale siempre mal y que nada va a cambiar porque la desgracia nos ha invadido para siempre.
Miedo patológico.
Cuando dejamos de hacer las cosas que nos gustan por un miedo desmesurado que nos impide salir a la calle, relacionarnos con nuestras amistades o hacer ciertas cosas que antes nunca temíamos hacer.
Hipocondría.
Cuando empezamos a llevar conductas extrañas y maníacas, cuyo no cumplimiento nos genera ansiedad, por miedo a contraer alguna grave enfermedad y morir.
Pérdida de control.
Cuando cualquier situación nos desborda y en vez de llevarla con asertividad y diálogo respondemos siempre con agresividad y rabia.
Dependencias.
Cuando caemos en adicciones comunes, como fumar, beber o jugar, sin saber salir del bucle y conllevándonos prejuicios en nuestra vida.
Estado ansioso.
Cuando nos domina la ansiedad impidiéndonos una tranquilidad estable y serena, una conducta tranquila y el mantenimiento de pensamientos positivos.
Problemas de comunicación.
Cuando la capacidad de diálogo y comunicación se cambia por la sucesión de gritos, silencios y malos comentarios, que dificultan y entorpecen la relación con las otras personas.
Desapetito sexual.
Cuando surgen dificultades sexuales que vivimos con angustia debido a la impotencia y la falta de deseo que no se sabe comunicar a la pareja.
Si sientes más de uno de los síntomas expresados anteriormente, piensa que seguramente es el momento de acudir a una Terapia.